(Del 19 de Noviembre 2017
al 26 de Abril 2018)
Por José Ganfornina
[…] Estas reflexiones de la tertulia radiofónica de hoy me han hecho pensar en el papel del artista en relación con la lucidez… ¿es lúcido el artista? En el sentido de que el arte, en determinadas circunstancias, es capaz de alumbrar una realidad vedada a la conciencia ordinaria, desde luego que lo es. La tarea del Arte es, precisamente, hacer visible lo invisible. El Arte verdadero (a veces difícil de distinguir del arte vulgar, falso o mercantilizado) es esencialmente, un acto de lucidez del artista: va más allá de los prejuicios y falsedades que a menudo se le entretejen, favorecidos por intereses espurios, ocultos, inconfesables, resultado de la apropiación del arte por el mercado especulativo.
De este modo, el acto creativo artístico se parece al momento eureka del inventor o del investigador científico, el momento feliz en que se desvela, súbitamente, un hueco en la niebla espesa de las convenciones, los condicionamientos sociales, y se ve más allá de lo aparente, más allá de la realidad que creemos conocer. Esa es, en mi opinión, una de las tareas sagradas del Arte: transmitir la emoción por lo desconocido, la terra incógnita espiritual; y por eso tiene mucha afinidad con la tarea del explorador de territorios vírgenes, y en especial, una clara analogía con el descubrimiento de las profundidades subterráneas que, - junto al océano profundo, - son la quintaesencia, el símbolo de lo ignoto en este mundo.
Y de este modo, llego a una encrucijada querida y frecuentada en mi doble faceta de artista y espeleólogo: la exploración artística en paralelo a la exploración espeleológica, el trasvase de emociones que se produce entre las impresiones del mundo subterráneo y la impronta del arte. […]
[19 de Noviembre de 2017]
[…] La corriente de energía positiva se produce por el misterio del Arte, y el encuentro con los otros afines a mí, con mis compañeros/as artistas. La afinidad no nace de una semejanza de propuestas estéticas, - la mayor parte no tienen relación con mi discurso artístico ni en el fondo, ni en la forma, ni en concepto, - sino en el discurrir de un proceso vital paralelo: renuncia a moldes sociales establecidos; aceptación de la libertad personal aún con riesgos; trabajo por el crecimiento y desarrollo de la creatividad… En ese proceso vital nos encontramos todos y nos reconocemos semejantes. De ese esfuerzo de interacción mutua nacen las flores y los frutos de nuestras obras para el mundo.
Los artistas debemos ser generosos y solidarios. Lo somos en realidad, por encima de estereotipos sociales largamente asentados, pero superficiales (se nos juzga individualistas, solitarios, envidiosos, competitivos, ególatras, narcisistas… en resumen: bichos raros). Puede que la concentración en el trabajo artístico y la creatividad nos lleve a un cierto aislamiento y soledad en la práctica. Mucho depende de si el arte se produce de forma individual o en equipo ( no es lo mismo la soledad del pintor o el escritor, que la creación colectiva del cineasta, el actor o el músico…).
En el fondo, la finalidad de todo arte es la comunicación; y ésta, - también en el orden espiritual -, es, por definición, un asunto social. Y lo es mucho más que para el ciudadano medio, con una vida limitada a relaciones familiares y amistades locales. El arte tiende, por su propia naturaleza, hacia una difusión libre, sin fronteras, hacia una universalidad, hacia un desvelamiento del inconsciente colectivo de las sociedades: ya hablamos, en este contexto, de la función del artista como médium.
En nuestros encuentros de amistad afloran esas afinidades electivas, se manifiesta un transfondo común que facilita unirnos y relacionarnos. Los humanos surgieron de una noche de los tiempos donde la vida se organizaba en pequeñas tribus de apoyo mutuo, un sencillo sistema de comunismo primitivo. Nuestra psique, pese al desarrollo exponencial de la tecnología, y el crecimiento imparable de las sociedades, sigue conformada evolutivamente para responder a estímulos y lazos emocionales de grupos no mayores de unos cincuenta individuos. Poseedores de una naturaleza tribal, sólo en estos limitados círculos podemos expresarnos con todo nuestro potencial de amor, cooperación y solidaridad. […].
[2 de Diciembre de 2017]
[...] Siempre me dediqué al Arte. Nunca trabajé por cuenta ajena más que algún breve periodo en mi época de estudiante. Por tanto, mi experiencia del trabajo es bastante distinta a la de la mayoría [...]. Desde luego la pintura es un trabajo a veces duro y exigente, pero se hace por vocación, o por amor, que es casi lo mismo…[…].
Una pieza de arte es ante todo, una obra, una ópera, un producto que lleva en sí una impronta emanada del autor. Son proyecciones espirituales que se materializan en objetos creados a los que el mercado después da valor monetario y puede comercializar. Los verdaderos artistas venden sus obras por supervivencia material en la sociedad donde viven, pero no para ganar dinero o enriquecerse como un fin en sí mismo, aunque algunos artistas de éxito lo logren.
El Arte es una tarea de autoexpresión individual o colectiva. No contiene el ánimo de lucro que poseen los que se afanan en ganarse la vida; cosa, por otra parte, respetable y digna, ya que es obvio que todos precisamos dinero para vivir en nuestros complejos sistemas sociales. El artista genuino hace su trabajo por vocación y necesidad interior. Así lo hago también, apartándome de los usos sociales, de los rígidos horarios, los días laborables o festivos, los periodos vacacionales o los puentes. Soy libre de elegir cómo y cuándo realizo mi obra. En mi personal autonomía, nadie me lo impone. [...]. Esta libertad, que puede parecer absoluta en un mar de auténtica neoesclavitud disfrazada de competitividad y eficiencia productiva, en ocasiones se paga con la marginación social del artista.
El sistema no perdona al que no se somete a la ideología imperante, y le castiga con precariedad económica, o en casos extremos, con indigencia. Salvo los escasos privilegiados que han sido asimilados por el mercado y generan beneficios para la industria cultural - por las razones que sean -, el artista que se atreve a seguir su camino libremente tiene que lidiar con la pobreza y la marginalidad en su vida. Vive en el mundo real, y no en el falso estereotipo que le asigna el papel de bohemio hedonista, vago e improductivo (arquetipo creado en el periodo romántico por el auge del capitalismo y la clase emergente de la burguesía industrial, que aún se mantiene injustamente en vigor).
Puedo decir que vivo retirado de este mundo de agitación, y desde el silencio de mi atalaya campestre, - que otros denominan despectivamente torre de marfil, - observo la algarabía de las fiestas de liberación de las cadenas del trabajo productivista y ciego: los campos de batalla del consumo de placeres efímeros en el descanso, cuando la gente, hastiada, escapa de las ciudades como de una prisión. [...] Sin duda, un ocio compulsivo como corresponde a este tiempo en que vivimos [...]
[4 de Diciembre de 2017]
[…] La otra luz, que estará conmigo hasta mis últimas fuerzas, es el Arte, que sigue alumbrando mi vida. [...]. El arte me permite salir de mi noche oscura, para entrar en el reino de la fantasía, de la creatividad, de la belleza, del color. Cuando escapo de mí mismo, ya no hay un yo sufriente, estoy unido a algo más grande y más hermoso, el dolor desaparece y se transmuta en un sentimiento de unión, de plenitud.
Esta es la sensación que experimenta el ser espiritual mediante técnicas místicas como el yoga, la meditación zen, la danza sufí… Lo que buscan todas estas tecnologías del éxtasis es precisamente el sentimiento de unión con lo universal, que al hacerse permanente, se transforma en iluminación, satori: liberación definitiva de las cadenas del yo ilusorio, para fundirse con la energía del Cosmos.
Desde esta perspectiva, el arte no materialista, es, por supuesto, otra vía espiritual de acceso hacia esa realidad última, a esa agua de la que estamos todos sedientos; así, lo entiendo como un proceso de elevación. Eso no quiere decir que su práctica, - como las de las otras disciplinas ascéticas -, no sea ardua o dolorosa. El camino es largo, se mantiene toda la vida, y no hay atajos para llegar a la meta, sino pequeños pasos, acciones encadenadas en la buena dirección.
El mundo contemporáneo nos pone cada vez más señuelos, más trampas, más señales equívocas que nos confunden, más caminos que no llevan a ninguna parte. Para los que andamos por el laberinto de la vida y elegimos el camino del arte, estas bifurcaciones engañosas, - ansia de posición social, sed de éxito, déficit ético, envidia, avaricia, desamor, insolidaridad, - se transforman en auténticos precipicios en los que podemos caer al menor descuido […]. Hay que estar alerta, no dejarse arrastrar por las apariencias, las modas pasajeras, las manipulaciones interesadas o especulativas. Hay que ser fuertes para mantener la pureza y la visión original. […]
[7 de Diciembre de 2017]
Obra de Arte: cualquier objeto, acto, acción u omisión proclamado públicamente por alguien que se autoproclama artista.
Esta podría ser una definición sintética de una buena porción de lo que se denomina hoy en día Arte Contemporáneo, especialmente, el Arte Conceptual. Generalmente se adscribe al comentario social, en su vertiente política, sociológica, crítica, con carácter nihilista y provocador, escandalizador o sacudidor de conciencias. Su objetivo, ya sea disimulado o no, es llamar la atención de los media para que divulguen y promocionen su producto o la figura pública del artista.
Adquirir notoriedad a través del histrionismo, el exhibicionismo o la provocación, ha sido una vía muy utilizada desde los tiempos del Surrealismo de Dalí. En el caso de este artista, sus performances y actuaciones públicas eran respaldadas por una obra sólida. Sin embargo, en la actualidad, parece que cuenta más el personaje que sea capaz de representar el artista, que la obra en sí misma. En una sociedad donde la representación, - la envoltura de apariencia de lo real, el hábil engaño, la postverdad, - importa más que la realidad, el artista se transforma en su propia obra de ficción; en el personaje que él sea capaz de generar y promocionar a través de los medios de comunicación (las redes sociales o la televisión). La obra, si se materializa, queda como el producto a comercializar y rentabilizar a través del mercado cuando la marca artística se ha consolidado.
Opino, sin embargo, que esta concepción de lo artístico tiene, por definición, un enorme peligro: Todos sabemos que en una operación publicitaria, tanto da que el producto, - en este caso la obra, - sea o no de buena calidad, puesto que el marketing hará creer a los demás – a los coleccionistas o inversores de arte – que ese producto tiene un valor intrínseco, mediante cualquier técnica de manipulación. Así se ha conseguido crear un mercado de arte especulativo, donde casi todo vale, donde casi todo se puede valorar o vender como arte sin serlo objetivamente. […]
[8 de Diciembre de 2017]
[…] Mi obra expresa mi modo de ser: meticulosa y analítica, por mi positivismo científico, a la vez que intuitiva, por mi espiritualidad panteísta. Si trabajara de otra forma, no me reconocería. La pintura para mí es una alquimia, un desvelamiento interior tras una paciente búsqueda. Cada pintura me tiene que enamorar poco a poco, mientras va revelándose lentamente. Sé que es un método anticonvencional en un mundo dominado por las prisas, la productividad y los cambios vertiginosos.
Me gustaría que mis pinturas quedaran como remansos de paz, de meditación, de reencuentro con la belleza para todos los que se acercasen a ellas. En el fondo, aquietándome y buscando la belleza y la armonía proclamo mi rebeldía y disconformidad con el rumbo alocado, materialista y sin sentido que ha emprendido esta humanidad.
Pero claro, los gurús de la modernidad rechazan estos planteamientos, porque se escapan del discurso dominante que ellos mismos crean, y declaran que están pasados de moda, obsoletos; que la belleza ya nada tiene que ver con el arte… creen que en un siglo de vertiginosos cambios de paradigma se puede borrar de un plumazo nuestra ancestral apreciación de lo artístico, que ocupa decenas de miles de años de historia evolutiva.
Ese es el gran error de la ciega aplicación del materialismo al mundo del arte en nuestra modernidad: el Arte ha sido, es, y será una manifestación del espíritu humano… siempre. El arte materialista, en sí mismo, es un concepto paradójico por imposible. Una contradicción absoluta. Y en esa paradoja vivimos, manipulados por la farsa mercantilista.
Estoy convencido de que el verdadero Arte, - que ahora a duras penas sobrevive, - sólo podrá renacer de nuevo bajo condiciones sociológicas muy diferentes. Si algún día superamos esta nefasta etapa materialista, destructiva del planeta y de los pueblos hacia unos cauces de equilibrio, de renacimiento espiritual, de valores humanistas auténticos, el arte de nuevo florecerá y dará nuevos y asombrosos frutos.
Los artistas y sus promotores ya no serán codiciosos mercaderes, sino maestros que expresarán en las obras su evolución espiritual. Ese es el camino del arte para mí, la vía en la cual creo. Ojalá pudiera convertirme en una suerte de monje-artista, en un Fra Angélico del Panteísmo: en realidad, más que monje, ermitaño…
Aquí en la soledad de mi refugio/casa/cueva en medio del campo, junto a las montañas, trato de conjurar mis emociones sobre el carácter sagrado de la Naturaleza, y darles corporeidad y visibilidad en obras de arte. Pero soy ignorado por el mundo.
[13 de Diciembre de 2017]
[…] Esta semana, por el enclaustramiento en el estudio, he adelantado bastante El origen de los colores, que ya empieza a destilar esa magia que procuro implantar en mis pinturas. La creación es una lucha sorda y continuada para conseguir ese punto justo de emoción, de equilibrio, que a veces llega pronto y casi sin esfuerzo, y otras veces, tarda mucho y no se entrega sino con una dedicación persistente.
El momento más emocionante es cuando tras elaborar con paciencia todos los ingredientes del cuadro, estos comienzan a dialogar entre sí, a establecer relaciones rítmicas y cromáticas que destilan energía visual hacia el espectador. Es en ese punto cuando se puede intervenir sutilmente, - como el cocinero que sazona con toques de especias sus platos, - para terminar de transformar la obra en algo real, en algo que vive por sí misma… entonces es cuando se produce el auténtico acto de creación, la reacción alquímica del arte que es capaz de traspasar, tocar el espíritu del observador.
Si alcanzo esa meta, siento una tremenda sensación de felicidad, de misión cumplida, de que todo el esfuerzo paciente y dilatado en el tiempo, mereció de verdad la pena. La obra, ya terminada y separada de su creador, comienza su vida independiente para ofrecerse a todas las personas sensibles que puedan acercársele, en el presente o en el futuro… por eso se dice con razón que las obras de arte son hijas espirituales de los artistas que las crean.
Este cuadro que traigo entre manos va a ser, sin duda, el más colorido de todos los que he pintado en mi vida. Tal como lo
imagino, será una sinfonía de los matices del arco iris. Una alegoría del origen de los colores en la naturaleza, una metáfora de la sensualidad visual de nuestro increíble órgano de la visión, que nos permite disfrutar de todas las maravillas del mundo natural. Sera una pieza importante de la serie Cosmogonías. […]
[5 de Marzo de 2018]
Organización, planificación, ordenación…
Una vez que estoy a punto de terminar El origen de los colores, obra que me ha dado tanto quehacer en los últimos meses, he sentido la imperiosa necesidad de planificar con más detalle mi proyecto Cosmogonías, que quiero plasmar, cuando llegue el momento, en una buena Exposición.
Teniendo en cuenta el espacio disponible en la galería malagueña donde deseo exponer mis obras, debo definir con bastante aproximación las características que tendrá la muestra: el número de cuadros y el tamaño de los mismos, así como los temas de cada uno de ellos. La obra que finalizo ahora, hace la número cinco, de las ya realizadas para este proyecto.
Como la exposición contará con un elevado número de grandes formatos ( cuadros de entre 1 y 1,5 mts por su lado mayor), calculo que casi un tercio de las obras expuestas serán grandes a causa de que la temática cosmológica lo demanda. Eso me lleva a realizar un total de cinco formatos grandes, y otros once entre medianos y pequeños, unas dieciseis obras en total.
Algo que quiero hacer también es exponer los dibujos preparatorios que he realizado para este proyecto acompañando a la pintura correspondiente. De las primeras cuatro obras no hice dibujos, por tanto serán algunos menos los que se expongan en esta modalidad. Gracias a estos bocetos previos tengo ya prácticamente decididos los temas y composiciones que desarrollaré, así como los formatos y tamaños en que se plasmarán cada una de ellos.
Por último, las técnicas empleadas serán también uniformes, en general técnicas mixtas, - de acrílico para las capas de fondo y óleo para las superiores, - sobre tableros de fibra aglomerada de seis mm de espesor reforzados con bastidores fuertes de madera e imprimados con gesso acrílico.
[…] Esto me llevará a un periodo largo de gestación para la muestra, que estimo no inferior a dos años, a contar desde la fecha, lo que supondría una media de dos meses por obra, que se puede extender a tres meses o más para los grandes formatos, y a un mes para los pequeños. Este es, a grandes rasgos, el proyecto técnico completo de la exposición.
[26 de Abril de 2018]