(Del 13 de Octubre al 10 de Noviembre de 2017)
Por José Ganfornina
Como me he despertado temprano, - aún queda una hora larga para que suene el despertador -, y sin rastro de sueño, he decidido ponerme a escribir. La noche está oscura y el entorno en completo silencio. Enciendo un grácil flexo que arroja un círculo de luz sobre las páginas en blanco del cuaderno, y con la suave pluma de tinta negra me dispongo a trazar, - letra tras letra, palabra tras palabra -, frases para dar rienda suelta a mis pensamientos, deseos, temores, culpas o satisfacciones… esa espesa trama de que está constituido el tapiz del espíritu. El ejercicio de expresar, de sacar fuera lo que está dentro, es desde luego muy liberador, esponja y oxigena el alma y la hace más ligera, descargando la mochila existencial. […] y es apasionante esta autoexploración completamente descarnada y sincera, a veces demoledora o políticamente incorrecta, otras veces escrutadora de abismos insondables.
Que un universo está oculto en cada uno de nosotros, es una gran verdad, que ya los antiguos filósofos nos legaron. Volcarse solamente hacia el exterior, como hace la cultura occidental, hacia un mundo centrado en la producción y el consumo de cosas u objetos en una cadena sin fin, y olvidarse del universo interno, de la caverna del espíritu, de las intricadas galerías del alma, es un camino cierto hacia la infelicidad y la autodestrucción. Por eso esta época materialista es tan asfixiante, tan perturbadora, y, en suma, tan deshumanizada. La ética y la estética, es decir, la bondad y la belleza, que siempre han ido de la mano, se ven hoy menospreciadas o ridiculizadas. ¡Qué tiempos tan oprimentes , tan vacíos y falsos nos han tocado vivir! El poder del dinero campa a sus anchas, destruyendo por igual culturas, vidas y naturaleza… devorando como monstruo fuera de control todo lo que se pone al alcance de sus fauces.
Qué hacer sino volverse hacia adentro, explorar los espacios internos del espíritu tal como nos dice el poeta Novalis en su primer Himno a la Noche: “Pero me vuelvo hacia el valle, a la sacra, indecible, misteriosa Noche. Lejos yace el mundo – sumido en una profunda gruta - desierta y solitaria es su estancia.” Y en esta sagrada misión, el arte juega un papel esencial: explorarse, conocerse a uno mismo, es el camino del arte y de los artistas. Me enorgullezco de haber elegido ese camino, ciertamente el más difícil, en una época donde el arte auténtico, en gran parte, es ignorado: un pseudoarte especulativo es impuesto por el mercado y sus brazos armados: el marketing y los medios de comunicación de masas. [...] Ahí estoy pues, como otros tantos artistas más o menos anónimos en la clandestinidad, en esa lucha por un arte verdadero, que nos haga libres y humanos, no esclavos cosificados de un sistema económico-social perverso.
Vivo semi-retirado del mundo. No soy un eremita porque mi retirada, voluntaria y parcial, no obedece a motivos religiosos o místicos. Ya lo dije en otra ocasión: mi espiritualidad es panteísta. Creo que la Naturaleza es sagrada, y el ser humano tiene que estar integrado en ella con el profundo respeto y veneración que se le debe a una Madre. No puedo vivir retirado del mundo social, porque de este mundo depende, tanto mi supervivencia material personal, como el sentido mismo del hecho artístico, que entiendo como un acto de comunicación con los demás, un lenguaje de los sentidos hacia el alma, una transmisión de emociones sutiles.
Cada arte ha puesto énfasis en algún sentido, - la música en el oído, el arte plástico en la visión - como instrumento de resonancia para conectar con la caverna interior de los otros. Por eso el arte es tanto un fenómeno individual, como colectivo. Nace de la creatividad individual, que a su vez, es producto de la sociedad y de las influencias que el individuo ha recibido de ella.
El artista es por tanto, un médium que selecciona, transmite, o expresa los gérmenes espirituales que están presentes en su sociedad y en su tiempo. Mediante su obra, el médium se dirige de nuevo a la misma sociedad y, de alguna forma, la influencia, la moldea, le otorga identidad y valores en los que mirarse.
El artista juega siempre entre lo individual y lo colectivo, lo interior y lo exterior. Necesita soledad para elaborar su obra, pero a la vez, espectadores a los que transmitirla. Y en ese vaivén entre la intimidad creadora y la exhibición social transcurre su vida. El símbolo de la creatividad del artista es su taller, donde convergen los materiales primarios, pero también, las energías creadoras necesarias para transformarlos y dar a luz sus obras. Y el símbolo del aspecto social del arte es la exposición, - o el concierto, o el libro – la muestra de la obra del artista al público y a la sociedad, donde esta obtiene, por así decirlo, un alimento espiritual.
Entre los polos del mundo íntimo y privado del taller, y el mundo social, - y a veces banalizado - , de la Sala de exposiciones, se mueve la vida del artista. Por tanto, el arte en sí mismo, es un agente más de la evolución de la cultura común de las sociedades: influye en su desarrollo y concepción del mundo, en sus valores e intereses espirituales. Nunca se hace realmente arte por el arte, sino arte para esa multitud silenciosa que espera sus horizontes liberadores; arte para elevarse por encima de la mezquina materialidad; arte para alzarse sobre la fealdad de un mundo deteriorado por la especulación y la contaminación… Arte en suma, para elevar el espíritu sobre la materia. Ese es el Arte al que yo me acojo.
[13 de Octubre de 2017]
[…] El otro sueño de mi vida, - llegar a ser un artista reconocido y valorado, lograr que mi obra se conozca y difunda - , tampoco ha llegado a buen puerto hasta ahora. Continúo siendo un artista anónimo, sólo conocido en un pequeño círculo provinciano, y dentro de ese límite, invisible y ninguneado por no seguir los cauces marcados por el arte oficial.
Para la lógica de estos tiempos del Arte, si no estás en ese círculo, ( llámese antes vanguardias, y ahora, arte conceptual, político, social o supuestamente transgresor, que dictaminan los grandes centros del mercado del arte, sobre todo del mundo anglosajón), sencillamente no existes como artista o eres un artesano decadente. Este dogmatismo, del arte plástico especialmente, me apena y espanta a la vez, porque deja a tantos artistas de talento, tirados en la cuneta sin miramientos. Los valores están tan viciados que ya no espero que esta situación cambie, ni a corto ni a medio plazo… y de ahí, de nuevo, esa espera desesperanzada.
Yo estoy muy seguro de mi trabajo, y he comprobado reiteradamente que entusiasma y conmueve a la gran mayoría de los que lo contemplan, pero mi obra no se difunde, no encuentra oportunidades de darse a conocer entre el público de masas. Está opacado e invisible como a tantos artistas ha ocurrido a lo largo de la Historia, hasta su muerte, y sólo la posteridad ha sido capaz de apreciar a algunos y ponerlos en su justo valor. Ahora se que, si no ocurre un giro radical e inesperado de mi suerte, seré uno de esos artistas al que llegará la muerte siendo un desconocido, si acaso, un periódico local recogerá la noticia, y después seré olvidado. El que más tarde, algún día se pueda redescubrir y apreciar mi obra, depende de tantos factores, de tantos azares, que más vale no pensar en ello.
En el fondo, lo que me importa, aquello por lo que lucho ya en la madurez de mi vida, es por poder trabajar, por mantener la salud necesaria, o la capacidad material económica de supervivencia para realizar la obra que me queda por hacer que, espero, será la mejor. Así es… en mis pesadillas lo que me atormenta es esa esperanza que nunca llega a su fin, cumplir el objetivo de mi vida, la idea de lo que sociedad considera debe ser una vida de éxito.
Aquí también hay un juego pernicioso en los valores sociales, en lo que se cree debe ser éxito o fracaso. Para esta sociedad individualista y competitiva, fracasar es algo vergonzoso e inaceptable. El estigmatizado con el fracaso es mirado con desprecio y superioridad moral. La pobreza y el aislamiento se convierten en sus compañeros de viaje. Una última idea del ultraliberalismo radical que nos ha invadido, en cuanto a valor social, es aquella que preconiza que el perdedor, pobre o despreciado, lo es porque se lo merece. Porque no ha sido diligente o no ha tenido bastante inteligencia o habilidad como para triunfar en la vida. ¿A qué se refieren cuando hablan de triunfar? ¿A competir, pasar por encima de los demás sin escrúpulos? ¿A aplicar esas leyes de mercado injustas y discriminatorias? ¿A acumular riqueza y poder de forma obscena? Tristes valores, pavorosa sociedad corrompida por la codicia y el culto al dinero como valor supremo de la vida. Pero así está el mundo. Nos ha tocado vivir en él, aquí y ahora.
Cada época tiene sus luces y sus sombras. No alimento falsas nostalgias de un pasado mejor, pero echo en falta más humanidad, más solidaridad, más empatía. Echo de menos valores como nobleza, sinceridad, bondad, dignidad en la pobreza, respeto, aprecio por la belleza. Que el mundo está mal, no es un secreto para nadie: estos valores perversos nos los presentan como normalidad. Así nos va a todos los habitantes de este desdichado planeta.
[20 de Octubre de 2017]
[…] Aún no me lancé a pintar los grandes formatos de Cosmogonías. Es un bloqueo que tengo ahí aparcado mientras me entretengo en hacer bocetos detallados de buena parte de los cuadros de la serie. Quizá me paraliza el miedo por no tener claro el proceso, las técnicas que emplearé. Son temas que requieren una factura bastante precisa, limpia, transparente, porque lo esencial es la capacidad de crear la sensación de un espacio insondable.
He tenido dificultades en la terminación y la apariencia óptica de los cuadros precedentes de la serie, especialmente con los barnices finales. […] Por lo demás, tengo previsto pintar las siguientes obras, entre ellas dos de gran formato: Big bang y Multiversos, y la obra pendant de Diosa creadora, o sea, el Dios creador. Aprovecharé la visión de las dos obras juntas, - el díptico que forman, - para armonizar sus terminaciones de barniz, aunque, como es sabido, la espera de secado será larga antes de barnizar. [...]
Quizás haga prueba de pintar los cuadros íntegramente en técnica de colores acrílicos, con lo que evitaría esa larga espera. Pero su rápido secado no me satisface cuando se trata de pintar con pincel fino. Recuerdo que hace tiempo, en el V Encuentro de Arte del valle del Genal, en el año 2000, realicé mi cuadro en técnica acrílica, mezclando sólo los tres colores primarios, mas blanco y negro. Me resultó una auténtica tortura pintar los detalles, porque la pintura, en plena canícula, se secaba literalmente en el pincel.
Consideraciones técnicas aparte, lo que me apetece de verdad es sumergirme en la pintura, perderme en sus meandros y laberintos, olvidarme de las miserias del mundo. [...] En cuanto finalice la imprimación de los tableros con gesso en esta semana, me pondré a pintar con muchas ganas y renovado vigor. [...] Después de una experiencia tan gratificante como la temporada dedicada a las esculturas, retomar la pintura me causaba cierta preocupación, pero ahora pienso que era un recelo infundado.
Sé que si me dedico a la pintura con el mismo entusiasmo que antes, seré feliz en la búsqueda y en el encuentro inesperado. Sucederán cosas mágicas, como tantas otras veces, y esos momentos son los que justifican toda creación artística. El enamoramiento de la obra, la contemplación y la emoción de la mirada sobre ella. La vibración que se desprende de sus luces y sus sombras.
Pero todo debe ir paso a paso. Nada de extremos terribilizadores o éxtasis místicos. Arte hecho con amor, ese es el secreto de todo arte verdadero. Y debo transmitir en mis obras ese amor, esa ternura por todo cuanto existe.
En el Universo está todo… la materia, la energía, el orden y el caos. Todo lo que nos conforma y nos nutre. Somos seres biológicos compuestos de la misma materia y energía. Y eso es exactamente lo que quiero transmitir en estos grandes cuadros la conciencia de que no somos meros individuos, sino partes de un todo. [...] como las moléculas y células en estrecha convivencia y cooperación que constituyen la materia viva. El macrocosmos se construye a base de innumerables microcosmos que siguen las mismas leyes inmutables de la naturaleza.
Si sólo pudiera dar un atisbo, transmitir un estremecimiento al espectador sobre esa perspectiva universal y globalizadora, - en el buen sentido de la palabra, - de la naturaleza para hacer comprender lo ilusorio del individualismo de los seres… si supiera a través de mis obras expresar con algo de perspectiva el lugar que ocupamos en el conjunto de la totalidad, de que somos, literalmente, polvo organizado y autoconsciente de estrellas, sentiría colmada satisfacción por el esfuerzo que supondrá el desarrollo de este proyecto.
[…] Estoy seguro que algún día verán la luz estos cuadros, y juntos, propondrán al espectador una visión del mundo acorde a nuestra auténtica condición humana: el cosmopolitismo universal, no el nacionalismo estrecho e ignorante. Hace más de cinco siglos que dejamos de ser el ombligo del Universo. Ya es hora de que lo vayamos asumiendo.
[22 de Octubre de 2017]
[…] Este es un punto, el de la inseguridad, que merecería ser explorado más a fondo aquí. [...] ... la penuria económica se ha transformado en inseguridad psicológica por una cronificación de ese status a largo plazo. Cuando era más joven, esto no me preocupaba más allá de la supervivencia diaria, porque además tenía una gran confianza en mi obra proyectada hacia el futuro. Pensaba, que, con el paso del tiempo, con una trayectoria cada vez mejor conocida, se iría ampliando el círculo de coleccionistas interesados en adquirir mis cuadros, y mi economía no podría sino mejorar. [...].
Mis optimistas previsiones se fueron cumpliendo de forma lenta, discontínua , pero con un cierto margen para la esperanza y confianza en el futuro. Lo que no me esperaba, y me sorprendió desprevenido por completo, - como a la humanidad entera, - fue esa crisis económica impostada e importada del neoliberalismo extremo, que arrasó el mercado del arte y la confianza en todo el mundo, y especialmente en España.
El nuevo siglo comenzaba convulsionado. A partir del año 2006, recién salido de una excelente exposición que invitaba al optimismo, súbitamente todo el mundo dejo de comprar, de invertir en arte ( cálculos posteriores revelaron que el mercado cayó un ¡ 80% ! ). Muchas galerías cerraron. Los coleccionistas huyeron de los artistas y se apresuraron a guardar sus fondos. De la noche a la mañana, nos quedamos - sobre todo los que vivíamos de la venta de nuestro arte, y no de otros empleos, - en la más absoluta desolación.
[...] A todo ello se ha unido una variación de paradigma en el mundo del arte. El gusto ha cambiado sustancialmente, promovido por los medios de comunicación, y el poder, cada vez mayor, de las instituciones, museos, grandes galerías, empresas corporativas…
Por otra parte, frente a la crítica tradicional, que se centraba sobre todo en la valoración del artista individual, ha surgido la figura del comisario de exposiciones, que las concibe como una producción cultural más compleja, y se atribuye la autoría del concepto y montaje, utilizando las obras como meros elementos para construir su discurso. De este modo, el artista queda relegado, en muchas ocasiones, a un segundo plano. El comisario se ha convertido así en brazo ejecutivo de las grandes galerías, corporaciones o museos, que a la postre, son las que producen las exposiciones con apoyo mediático. Esta estructura pretende obtener no sólo un beneficio social por la difusión del arte, sino también, una rentabilidad económica, derivada del éxito de la producción por el número de visitas.
A mí la crítica y el público siempre me trataron bien, con independencia del reflejo que ello tuviese en la venta de mis obras. Sin embargo, ahora la crítica como tal ha perdido influencia, y en general, es poco más que una reseña informativa de los eventos artísticos. El público, adocenado por la propaganda mediática a favor de los artistas de moda, los que trabajan para grandes galerías internacionales o museos de arte contemporáneo, simplemente se deja llevar, olvidándose de sus propios gustos y experiencias en este campo. Un panorama desalentador.
[25 de Octubre 2017]
[…] Después está el azar, con el que me gusta jugar en los momentos embrionarios de cada obra, a base de utilizar técnicas aleatorias, - frottage, decapage, salpicados - de gran espontaneidad, cuyos resultados son después reconducidos racionalmente hacia la idea original. De la transición desde el magma originario a la cristalización formal, nace el misterio, el espíritu de cada obra. Se desarrolla como cualquier ser vivo, orgánico, y adquiere identidad.
Este es el proceso que me interesa en Arte, y por eso mis obras están tan acabadas, -a contrapelo de la tendencia contemporánea, - porque deben gestarse como el niño que ha ido madurando en el vientre materno hasta convertirse en la milagrosa, única y perfecta criatura que todos somos al nacer.
El arte es un camino de perfección ( no de perfeccionismo, que es cosa externa). Es como la armonía de diseño logrado a través de eones de evolución en los seres que viven y comparten la Conciencia universal con nosotros mismos. Es la exquisita maquinaria cósmica que se despliega, incesante, ante la contemplación. [...]
Aquí estoy, con una mirada humilde y curiosa sobre mundos que la ciencia pone a nuestro alcance. De esa visión tiene que nacer forzosamente la conciencia de que el nuestro es un planeta pequeño, y sin embargo, una joya cósmica, auténtica madre para amar, respetar, venerar. El arte debe servir para posar una mirada sobre la armonía del Cosmos, no para la provocación o el nihilismo en una sociedad sin sentido trascendente. Arte es sinónimo de belleza, verdad, evolución espiritual… es producto y excrecencia del espíritu humano, que a la vez, es una pequeña parte del Espíritu universal.
[3 de Noviembre de 2017]
[…] Nunca fui un espeleólogo deportivo al uso, hábil en el empleo de técnicas de exploración, y en la necesaria forma física atlética para descender a los grandes abismos. Más bien extendí al mundo subterráneo mi visión estética de la vida: descubrir la belleza que encierra este lugar misterioso, vedado a la contemplación de la mayoría.
Por eso me interesé desde el principio por la topografía subterránea, por comprender la intrincada morfología de la cavernas, dibujándolas incansablemente en planta y alzado. El objetivo era obtener un modelo preciso a escala de esas gigantescas esculturas en vacío negativo que se desarrollan bajo la superficie de la tierra. Gozaba al desentrañar la lógica de la espeleogénesis… cómo la naturaleza había labrado pacientemente un mundo oculto en el interior de las rocas y lo había decorado con formas y colores maravillosos. Ése, y no el interés del explorador que quiere batir records de profundidad o de extensión, fue el que despertó la cueva en mí.
Estudiar las texturas, las infinitas formas y tonalidades de los espeleotemas, me llevó de una forma natural a representarlos en mis cuadros. Desde el principio, se produjo un trasvase desde el mundo subterráneo al mundo del arte, que ha decantado no pocas satisfacciones y emociones. El arte me ha permitido soñar y recrear la caverna a mi antojo, plasmar sus misterios insondables.
No conozco artistas que se embarcaran en este viaje creativo. Tal vez sea uno de los pocos que han bebido para su inspiración de estas fuentes ocultas durante toda su trayectoria, no lo sé… sólo recuerdo un artista que incluyó lo subterráneo en su arte de manera explícita: Miquel Barceló, al que admiro sinceramente. Su sala de la Unesco en Ginebra – creo recordar – es como el espacio de una gran caverna, con el techo profusamente decorado de estalactitas coloreadas. Seguro que se inspiró en las cavernas de su Mallorca natal, donde son muy abundantes.
[10 de noviembre 2017]